martes, 28 de mayo de 2013




 SOCIEDAD DE CONSUMO

El concepto de sociedad de consumo esta ligado al de economía de mercado, este a su vez conceptualiza aquellas economías que encuentran su equilibrio entre oferta y demanda a través de los flujos que libremente (sin intervención del estado) se den en el mercado. La discusión sobre las sociedades de consumo es mas de carácter ético en cuanto a las necesidades y deseos de los consumidores.

Una de las concepciones más común de sociedad de consumo es la que dice que se trata de una sociedad que se ha rendido frente a los designios de la economía capitalista de mercado y que por tanto sus criterios y bases culturales están regidos por las creaciones que ese mercado ponga al alcance de las personas. Estas a su vez pierden la característica de personas humanas e individuales para pasar a ser vistos como la masa de consumidores a quienes se puede influir en sus deseos a través de los anuncios publicitarios y en algunos casos se les puede crear necesidades con técnicas de marketing.

La sociedad de consumo no solo se refiere a los bienes sino a los servicios, es decir que en estas sociedades la manipulación de la información también forma parte del moldeado del consumidor ideal que pretenden las empresas que tienen el poder. En pocas palabras, el concepto de sociedad de consumo surge del temor al consumismo extremo que empuja a una población a comprar cuanto producto se le ofrezca para cumplir con los nuevos cánones de aceptación dentro de la misma sociedad.

La sociedad de consumo es una realidad y los niveles a los que ha llegado su desarrollo son impresionantes y por otro lado los niveles que pueda alcanzar en el futuro son impredecibles.
 




EQUIDAD DE GENERO

El concepto de equidad está vinculado a la justicia, imparcialidad e igualdad social. El género, por otra parte, es una clase o tipo que permite agrupar a los seres que tienen uno o varios caracteres comunes.
 

Se conoce equidad de género a la defensa de la igualdad del hombre y la mujer en el control y el uso de los bienes y servicios de la sociedad. Esto supone abolir la discriminación  entre ambos sexos y que no se privilegie al hombre en ningún aspecto de la vida social, tal como era frecuente hace algunas décadas en la mayoría de las sociedades occidentales. La equidad de género consiste en estandarizar las oportunidades existentes  para repartirlas de manera justa entre ambos sexos. Los hombres y las mujeres deben contar con las mismas oportunidades de desarrollo. El Estado, por lo tanto, tiene que garantizar que los recursos sean asignados de manera simétrica.
Una mujer no debe obtener menos que un hombre ante un mismo trabajo. Cualquier persona debe ganar lo que propio de acuerdo a sus méritos y no puede ser favorecida en perjuicio del prójimo. Un hombre y una mujer deben recibir la misma remuneración ante un mismo trabajo que contemple idénticas obligaciones y responsabilidades.
Esta situación de equidad debe alcanzarse sin descuidar las características de género. Las mujeres, por ejemplo, tienen derecho a una extensa licencia por maternidad, mientras que la licencia por paternidad es más breve. En este caso, se atiende a las cuestiones biológicas y se realiza una discriminación positiva entre ambos sexos.
Hoy en día hablar de género resulta de fundamental importancia por su impacto en el desarrollo de hombres y mujeres, en la construcción de sociedades más justas y respetuosas de la dignidad humana.
La historia nos ha dado múltiples muestras de discriminación, especialmente sobre las mujeres, cuyo origen se encuentra en esteriotipos sexuales y culturales. Estos han repercutido de manera determinante en la falta de oportunidades para el desarrollo de las mujeres, así como para mantenerlas expuestas y sujetas a la violencia emocional, económica, sexual y física. Superar estos problemas es una labor que exige atención desde distintos frentes: político, jurídico y, desde luego, cultural y educativo.


Reconocer la igualdad en derechos implica dos condiciones: la igualdad de oportunidades y la creación de condiciones para que  esas oportunidades puedan aprovecharse por igual.
La igualdad de oportunidades de hombres y mujeres no siempre se cumple en la realidad cotidiana; el principio de igualdad entra en contradicción con las creencias sobre lo que debe ser un varón o una mujer, con prácticas muy concretas de exclusión hacia unos y otras, con formas de ejercer el poder, con usos y costumbres de cada cultura. Todo ello afecta de manera directa, y con frecuencia desequilibrada, el ejercicio de derechos y la satisfacción de necesidades, especialmente de las mujeres.
 Algunos autores señalan que al tomar como punto de referencia el sexo de las personas y sus funciones reproductivas, “cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y hombres”.[1] La mayoría de las veces los significados que se han construido en torno a cada sexo son en detrimento de los derechos de las mujeres.
La equidad significa partir del reconocimiento de que todas las personas somos iguales en dignidad y derechos y, por tanto, que todas deberían tener garantizadas las mismas oportunidades para orientar su vida en la forma que ellas mismas decidan y estar a salvo de privaciones graves.[2] La equidad de género consiste en garantizar condiciones de igualdad en derechos y oportunidades, para que hombres y mujeres se desarrollen plenamente.
En nuestra Constitución el principio de igualdad ante la ley ha inspirado la formulación de artículos que reconocen derechos en favor de las personas que se encuentran en situaciones especiales o presentan características que los ponen en desventaja frente a la mayoría. Otros artículos, en cambio, protegen a amplios grupos de la sociedad que por distintas razones se encuentran en situaciones de vulnerabilidad; tal es el caso de las mujeres que aún constituyendo la mitad de la población de nuestro país, han visto restringidos varios de sus derechos por décadas. Por sólo mencionar algunos ejemplos, el rezago educativo es más alto en ellas y siguen siendo las principales víctimas de la violencia intrafamiliar.
Los progresos en materia de igualdad de oportunidades más allá de los sexos no siempre dependen de la riqueza de un país, ni del grado de desarrollo humano del mismo, ya que se trata de transformaciones relacionadas con la cultura, las creencias y el uso del poder, aunque ciertamente son peores las condiciones para las mujeres en situación de pobreza.
En la actualidad, las mujeres siguen viviendo situaciones de injusticia en muchos puntos del planeta, que se reflejan en dos aspectos fundamentales: el acceso a puestos en los que se toman decisiones (cargos directivos empresariales y políticos) y en el ejercicio del derecho de propiedad (la mayor parte de éstas se encuentran a nombre de los varones). Además, la mujer continúa siendo víctima de diversos tipos de violencia, incluso en países del primer mundo. Por eso se dice que no es suficiente con garantizar derechos como el acceso a la educación o a servicios de salud pública para que exista equidad en el desarrollo de hombres y mujeres; es necesario generar cambios que se expresen en mayores y mejores condiciones de participación social y política, de combate a las distintas formas de violencia, de crecimiento profesional, etcétera
La perspectiva de género es una herramienta de análisis que permite identificar actitudes sexistas y desigualdades entre hombres y mujeres en distintos ámbitos de la convivencia. Su finalidad consiste en establecer acciones que conduzcan a la superación de la discriminación sexual y a la denuncia pública de ésta, así como sensibilizar a la población en general de que las prácticas de exclusión y menosprecio obedecen a un ejercicio autoritario y antidemocrático del poder.
En este sentido, la perspectiva de género puede considerarse una posición de principio para mirar la realidad de una manera determinada e intervenir en ella. Se trata de un enfoque que puede ayudarnos tanto a hombres como a mujeres a transformar las relaciones y condiciones desiguales que se establecen entre ellos, en beneficio de las personas, las parejas, las familias y la sociedad en general.
 




CONSECUENCIAS DE LOS ANTIVALORES
  


Para comprender cuales son los antivalores y cuales son sus consecuencias primero debemos entender que es un valor, y este se puede concebir como una cualidad de una persona o la sociedad en general, estas cualidades hacen mejor a un individuo y es digno de aprecio y estimación, podemos decir que los valores tienen como fin ultimo mejorar la calidad de nuestra vida.

A los valores los podemos clasificar de la siguiente manera:
· Morales
· Estéticos
· Económicos
· Religiosos
· Etc.

Y de acuerdo con esta clasificación, también podemos encontrar una escala de importancia entre cada valor, al igual que existen valores muy parecidos y que tienen mucho en común como puede ser el caso del respeto y la tolerancia estos podemos considerarlos los más importantes dentro de una sociedad.

Y a estos dos valores los podemos encontrar dentro de los valores morales, y se les puede considerar los mas importantes ya que gracias a ellos podemos llevar a cabo los demás, por ejemplo: de nada sirve tener un físico perfecto si no se es respetuoso y tolerante, aquí nos encontramos con lo opuesto a un valor, y a estos les llamamos antivalores, son aquellos que se califican de ser negativos y que hacen quedar mal a una persona con el comportamiento que suele mantener con los demás, una persona que carece de valores se le puede calificar como indeseable, indigna e inaceptable.

El aplicar un antivalor puede ser muy impactante para la sociedad por que los antivalores tienen como fin el afectar a una persona o la sociedad en general, como puede ser el caso de la guerra, gracias a esto podemos encontrar sociedades llenas de odio, resentimiento y con grandes problemáticas que deshumanizan a la sociedad y que llevan a la misma, a una destrucción moral.

Podemos encontrar en la actualidad grandes problemáticas gracias a la practica de los antivalores, sobre todo en las nuevas generaciones, las agresiones que se viven día con día y falta de educación ética y moral llevan a consecuencias destructivas no sólo con un individuo si no con una sociedad que a causa de un mal entendimiento de cómo deben funcionar las cosas y cómo podemos obtener un bien caemos en el error de practicar un antivalor sin darnos cuenta que con ello no sólo nos afectamos a nosotros mismos, si no que también afectamos a quienes nos rodean y por ello debemos darnos cuenta que a nuestro alrededor hay más personas que igual que nosotros merecen oportunidades, respeto y comprensión para una mejor convivencia.

En la actualidad, el tema de los antivalores humanos se ha vuelto una gran preocupación para la sociedad, pues cada vez se practican mas y se está quedando muy atrás el practicar los valores, aunque en la escuela y en algunos otros lugares se tratan de inculcar algunos valores a la sociedad, resulta muy difícil que estos los lleguen a practicar ya que la educación y su formación moral y ética dependen en gran parte a lo que se vive en el entorno familiar. Una persona que practica los antivalores, se vuelve fría y calculadora sin esperanzas ni metas para lograr la superación personal, muchas veces se puede llegar a esto por algún maltrato psicológico, o físico por parte de personas cercanas. Tomar el camino de los antivalores, es totalmente equivocado, ya que no solo deshumaniza a las personas sino que estos se ganan el desprecio, el rechazo y la desconfianza de la sociedad.
 


  PUBLICADO POR ALMA LIBETH CRUZ CRUZ   3º IV N.L:10  EQUIPO NO.: 1